lunes, 13 de febrero de 2012

Sesión 5: Tres mundos

MUNDO DE LA VIDA, MUNDO DE LA EDUCACIÓN Y MUNDO DE LA ACADEMIA
CARLOS EDUARDO VASCO URIBE*
En algún artículo publicado en la Universidad del Valle en esta misma revista “Matemática—Enseñanza Universitaria”, formulé el comienzo de una teoría sobre lo que es esa disciplina en formación que se ha llamado “educación matemática”, o “didáctica de las matemáticas”, a pesar de que ese primer nombre parece referirse inapropiadamente a una educación tratada al modo matemático, como cuando se habla de “física matemática”, y que ese segundo nombre parezca asumir inadecuadamente unas matemáticas reificadas y preexistentes, las cuales se trata de enseñar, y produce asociaciones que parecen insinuar una reducción de la labor académica al ámbito escolar.
A falta de mejor nombre, podemos asumir el que más nos inspire a trabajar en esta disciplina en formación; yo utilizaré el de “pedagogía de las matemáticas”, conciente también de las alusiones imprecisas que trae consigo la palabra “pedagogía”, por parecer referirse sólo a los niños, dado el prefijo griego “paidos”. Pero no me gusta la propuesta alternativa de decir “antropogogía”, pues esa palabra no suena bien y se parece demasiado a “antropofagia”.
Comienzo recordando un enunciado fundamental: que cualquiera de las disciplinas del conocimiento, y en particular las matemáticas, se ha dado históricamente en un amplio espacio cultural, que llamo campo de saberes, a tres niveles, y que esos saberes relacionados con ellas, a pesar de los celos profesionales de los practicantes de esas disciplinas, se siguen dando pujantemente en esos mismos tres niveles.
Mundo de la vida
Primero, en el nivel asistemático del mundo de la vida, en donde se dan una serie de prácticas más o menos articuladas, generalmente menos que más, y una serie de concepciones que las acompañan con más o menos coherencia, generalmente menos que más. Por ejemplo, nos dicen los etólogos que las matemáticas han sido practicadas para alguna forma de conteo talvez desde antes de la hominización. Se han utilizado por aquellos homínidos, nuestros antepasados más remotos, para los calendarios y los ritos religiosos desde que tenemos noticias de la existencia de culturas; para el comercio, la contabilidad y el almacenamiento, al menos desde que hay sociedades con asentamientos aldeanos y pre-urbanos, y para los pagos y los préstamos, al menos desde que existe el dinero, y aun podría argumentarse que desde mucho más atrás.
Mundo de la educación
Luego hay un segundo nivel que yo llamo “de sistematización pedagógica” en el mundo de la educación, incluyendo en el ámbito de la educación también los esfuerzos de pre-sistematización formativa, para seguir con la distinción entre formación y educación propuesta por mí en un libro dirigido por los colegas Mario Díaz y José Muñoz, “Pedagogía, Discurso y Poder”. Allí propongo que se hable de prácticas formativas para referirnos a todas las actividades culturales de enculturación y aculturación de los niños y jóvenes o de los extraños, visitantes, sirvientes, esclavos, etc. desde que tenemos noticias históricas, y propongo que se hable de educación cuando esa formación se institucionaliza (en el sentido amplio de la palabra usado por los antropólogos). Allí se dan continuamente en todas las culturas y subculturas multitud de prácticas y concepciones sobre la manera como se introducen las nuevas generaciones a los usos, costumbres, ritos y oficios. Las pautas de crianza de los niños, el sentido primero y generativo de la pedagogía, o sea la guía de los niños y las niñas, han sido estudiadas intensamente durante los últimos 30 años en todo el mundo. No terminan los investigadores de maravillarse de la complejidad de las pautas de crianza, de su eficacia, de su variedad, y de la dificultad de detectarlas y precisarlas.
Mundo de la academia
Muy tardíamente, mucho después de la institucionalización de las prácticas y concepciones formativas en prácticas y concepciones pedagógicas, algunos de los pedagogos se especializaron en aquello que enseñaban, y fueron constituyendo los campos disciplinarios en el mundo académico. Hago notar que postulo las prácticas y concepciones formativas asistemáticas como origen de las pre-sistematizaciones formativas, y a ambas como origen de las prácticas y concepciones sistematizadas como disciplinas, ubicadas en campos disciplinarios más amplios, de los cuales se nutren y a los cuales a su vez contribuyen a transformar.
Hablo de prácticas y concepciones en ese orden, enfatizando mi propuesta de dar la primacía a la acción, y a las sucesiones articuladas de acciones que llamamos prácticas, por encima de las concepciones, que entiendo como las contrapartidas mentales elaboradas activa y socialmente por nuestros cerebros para acompañar y orientar nuestras prácticas. Parto como de un postulado primitivo de que todos habitamos en un mundo inseparablemente entreverado de prácticas y de concepciones.
Hablo de concepciones teóricas sólo cuando las concepciones previas que siguen ligadas a las prácticas, y que en contraposición con las teóricas se llamarían concepciones pragmáticas, empiezan a trabajarse reflexivamente como objeto de análisis y se hacen esfuerzos para sistematizarlas (no necesariamente en forma axiomática o formalizada); hablo de teorías para referirme a esas sistematizaciones de concepciones teóricas. Las concepciones pragmáticas siguen siendo las dominantes en el momento de tomar decisiones didácticas, y tardan muchos años en ser modificadas masivamente por las concepciones teóricas y las teorías más sistematizadas.
Hablo de praxis cuando las prácticas y sus concepciones pragmáticas acompañantes empiezan a ser objeto de reflexión explícita, generalmente (y me atrevo a decir que exclusivamente) debido a fracasos en las prácticas previas, y así comienzan a modificarse y sistematizarse en concordancia con las concepciones teóricas y con las teorías acompañantes. Habrá, pues, muchas prácticas y concepciones pragmáticas relacionadas con la enseñanza de las matemáticas, pero también se desarrollará en muchos maestros una praxis de enseñanza, reflexionada y modificada concurrentemente por sucesivas teorías sobre la naturaleza de las matemáticas mismas, sobre la manera como aprenden los alumnos y sobre las situaciones sociales y culturales en las que ocurre el aprendizaje.
Hablo de tecnologías cuando hay ya un esfuerzo intencional y reflexivo de optimizar la eficacia y la eficiencia de las prácticas con el apoyo de las mejores teorías disponibles, haya o no asociados a esas tecnologías aquellos artefactos materiales que pudiéramos llamar aparatos. Estos últimos son secundarios para la configuración de una tecnología. Piénsese por ejemplo en la ampliamente extendida tecnología de tablero, tiza y borrador.


* Fragmento, tomado de: VASCO URIBE Carlos Eduardo. Visión de conjunto de la pedagogía de las matemáticas como disciplina en formación. En, Revista Matemáticas, Enseñanza universitaria, Escuela Regional de Matemáticas, Volumen VII, No. 1, Mayo de 1998.

Sesión 4: Isomorfismo – Relaciones de modelación - Análisis y síntesis

Tomado de: VASCO Carlos Eduardo, BERMÚDEZ Ángela, ESCOBEDO Hernán, NEGRET Juan Carlos, LEÓN Teresa. El saber tiene sentido – Una propuesta de integración curricular. Bogotá: CINEP, 2000.
Un ejemplo de matemáticas
En matemáticas no se suele considerar el contenido específico que se está estudiando en clase como un sistema, sino como un conjunto de elementos con los que se trabaja, y así se pierden de vista los procesos que se tratan de modelar con ese sistema, así como su estructura y su dinámica, la relación con subsistemas o suprasistemas, y las analogías estructurales con otros sistemas de otras ramas de las matemáticas. Se dice por ejemplo que vamos a trabajar con el conjunto de los números enteros, cuando en realidad siempre trabajamos con ellos como componentes de un sistema con sus operaciones (que en este caso son las de pasar al siguiente, cambiar de signo, sumar, restar, multiplicar, dividir con residuo por defecto, dividir con residuo por exceso y elevar a potencias naturales), y con sus relaciones (que en este caso son las de ser sucesor, o ser predecesor; de ser estrictamente menor, o ser estrictamente mayor; de ser mayor o igual, o ser menor o igual; de ser opuesto o inverso aditivo; de ser divisor propio, o ser múltiplo propio; de ser divisor o igual, o ser múltiplo o igual, y de ser primos entre sí, para no hablar de las relaciones de congruencia, una para cada número de contar).
Si se trata de estudiar el anillo de los enteros, las únicas operaciones esenciales son la adición y la multiplicación, y las relaciones esenciales entre los números son las que tiene cada uno con otros dos cuando es la suma de ellos dos, o cuando es el producto de ellos dos; las que tiene el cero con todos como módulo de la adición, las que tiene el uno con todos como módulo de la multiplicación y las que tiene cada uno con su opuesto o inverso aditivo. La relación esencial entre las dos operaciones está dada por la propiedad distributiva de la multiplicación sobre la adición (no viceversa). Las otras operaciones enumeradas arriba no son esenciales para que el sistema tenga la estructura de anillo, ni las relaciones de orden aditivo son esenciales para que sea anillo, pero sí para que sea anillo ordenado.
Revisar cada tema de matemáticas para caer en la cuenta de que no se trabaja propiamente con conjuntos de números, de letras, de puntos y rectas, de matrices, etc., sino siempre con sistemas muy bien delimitados en cuanto a sus operaciones y relaciones, es muy útil para apreciar las relaciones internas entre sistemas del mismo tipo, por ejemplo de tipo numérico, de tipo geométrico o de tipo analítico, y las relaciones transversales entre sistemas de distintos tipos. Las matemáticas no hubieran progresado gran cosa si no fuera porque nuestro cerebro detecta que distintos sistemas matemáticos, cuando ya se han vuelto para nosotros familiares y concretos, tienen la misma estructura. Los matemáticos llaman isomorfos a esos sistemas que tienen la misma estructura, pues en griego “iso” significa “la misma”, y “morphe” significa “forma” o “estructura”. Una de las maneras más potentes en las que avanzan las matemáticas es por la construcción de un nuevo sistema más complejo que tenga subsistemas isomorfos a otros sistemas ya conocidos; cuando los matemáticos se familiarizan con el nuevo sistema complejo hasta el punto en que ya les parece muy concreto, se olvidan de las diferencias entre los subsistemas y sus sistemas isomorfos, lo que nos deja completamente perplejos a los seres normales que todavía no estamos familiarizados ni siquiera con los sistemas anteriores, que todavía nos siguen pareciendo muy abstractos.
Análisis - síntesis
Cuando recortamos o diferenciamos estamos desarrollando una labor de pensamiento analítico. La actividad de reconstituir el todo dinámico corresponde a una labor de pensamiento sintético. Estas dos formas de pensar son absolutamente necesarias. No podemos comprender si no fraccionamos analíticamente el todo: si no fraccionamos el macroproceso, los procesos o los subprocesos. Pero si fraccionamos todo y nos quedamos a mitad de camino, sin restituir nunca el todo inicial sintéticamente, tampoco comprendemos nada. Quedarnos con las partes que obtenemos como producto del análisis, es conformarnos con visiones parciales y deformantes de la totalidad (del macroproceso, los procesos o los subprocesos).
Recopilando lo anterior, podemos decir que el proceso real con su totalidad, complejidad y dinamicidad produce en nosotros impresiones perceptuales que llamamos fenómenos. A partir de éstos analizamos el proceso en “subprocesos-para-nosotros”[1]. Pero estos procesos son todavía inasibles y por eso sentimos la necesidad de modelarlos por medio de sistemas. Mediante la multiplicidad de subsistemas o componentes en los que es posible y necesario dividirlos y por medio de su estructura, tratamos de capturar algo de la complejidad y totalidad del proceso real; mediante su dinámica tratamos de capturar la dinamicidad. Se hace entonces evidente que la integralidad o totalidad, la complejidad y la dinamicidad son las propiedades connaturales que podemos atribuirle al proceso real, y que, puesto que a nuestro cerebro le queda imposible capturarlas en forma inmediata, sin mediación, nos es necesario hacerlo utilizando estrategias mentales como es la explicitación de la multiplicidad de componentes de un modelo sistémico, de su estructura relacional y de su dinámica transformacional.


[1] Con esta expresión queremos enfatizar el hecho de que la fragmentación del proceso también es resultado de nuestra actividad mental.